jueves, 9 de mayo de 2013

Finalmente te pillé...



Había intentado avistarlos en las Islas Andamán en la India, en las selvas de Borneo en Malasia y en los bosques de Tailandia pero siempre se me habían resistido…










Vistas del litoral de la Isla de Koh Rong

Será por su gran tamaño o por su raro pico, a lo mejor por su elegante vuelo o por su curiosa manera de incubar los huevos, la verdad es que no sé muy bien porque me atraen tanto estas aves…

Estaba atravesando los pocos kilómetros de selva que separan una de las playas de la isla y la pequeña aldea de pescadores, apenas serian uno o dos. Ya había hecho el recorrido con anterioridad así que iba de cara a la idea….llegar al  alojamiento para darme una ducha y sacarme la sal incrustada en la piel.

Planta espinosa

Eran sobre las 5 de la tarde y el sendero transcurría por la cara oeste de la isla, esto significaba que el sol solo iluminaba parcialmente el recorrido y me apresuraba para no quedarme sin los últimos destellos de luz, aun así el mar seguía iluminando con los colores amarillentos del atardecer regalándome un precioso paisaje. La experiencia me había enseñado que era una de las mejores horas para observar la fauna, pero aquel día estaba cansado y podían más mis ansias de llegar que la ilusión de poder ver algún otro animal.



Unos días antes, dirección a esta pequeña isla de Camboya, pensé: “No has hecho los deberes, te has vuelto a descuidar de buscar que tipo de fauna puedes encontrarte”. Unos años antes de viaje a Indonesia, y obsesionado por ver el Dragón de Komodo (Varanus komodoensis), llegué a una de las islas que habitan sin conocer nada más, sólo que podía ver a este gigante de la naturaleza. Mi sorpresa fue que me encontré un grupo de cacatúas de moño amarillo (Cacatua sulphurea)  volando por el bosque. Sólo de pensar que me hubiera podido perder estas aves,  me hizo reflexionar que a partir de ahora siempre que visitara un país, región, o simplemente un parque natural…dedicaría unas horas  en buscar información de qué tipo de fauna se puede avistar.


Seguía mi recorrido cuando me sobresaltó ver unas grandes sombras enfrente de mí, de primero pensé que eran macacos de cola larga, unos monos que ya había visto por la zona y sabía que al atardecer descendían a las cotas más bajas para comer. Haciendo casi un acto reflejo, levanté la cabeza para verlos… más bien para mirar de evitarlos, ya que, con anterioridad, mis encuentros con los macacos habían acabado con escurridizas huidas por mi parte amenazado por catapultas de sus  excrementos.

Cuando hube levantado mi cabeza, mi sorpresa fue encontrarme cara a cara con una pareja de Cálaos  Cariblancos (Anthracoceros albirostris), no me lo podía creer, llevaba años intentando verlos en libertad y allí los tenía. No tenía ni idea que en el paraíso de Koh Rong habitaban Calaos !!!


Preso por la emoción y con el corazón a cien, intenté sacar la cámara de fotos, “Menos mal que aquel día la había cogido”, pensé. Aún con las piernas tambaleando de la emoción, conseguí hacer un par de instantáneas.


No estaban a más de 10 metros de mí, comían algún tipo de fruta, que no supe identificar, apenas pude ver que aún era verde. Durante los  3-4 minutos que pude seguirles el rastro me sorprendió ver,  que uno de los dos ejemplares bajaba al suelo a comer, a lo mejor a coger los frutos más maduros.

Todo se truncó cuando un grupo de “cotorras humanas” (mujeres occidentales de habla inglesa y acento agudo) se acercó con sus elevadas voces…. La función había terminado, los calaos prendieron el vuelo, no sin antes hipnotizarme con su majestuoso vuelo dirección al corazón de la selva.


Había visto uno de los animales que me hacía más ilusión encontrarme, pero  tenía el mal sabor de boca de no haber podido disfrutarlos a placer, así que confié en que podrían ser animales de costumbres y me propuse ir al día siguiente al mismo lugar y a la misma hora.

Ansioso por verlos de nuevo, regresé al punto que había marcado debidamente el día anterior, eran las 16:30, media hora antes del anterior avistamiento.

Pasaban los minutos y empecé a pensar: “iluso de mí, creer que en medio de la gran selva dos Cálaos volverán a pasar por aquí y además a la misma hora…” y reflejé una mueca en mi cara a modo de resignación.

Pequeño ciclón que se formó mientras esperaba ver a los Cálaos


Llevaba casi una hora esperando, inconscientemente me había ido desplazando del lugar señalado, mirando de buscar mejor perspectiva aérea, cuando en un intento de recuperar el campo visual con el árbol que los había visto, ya a unos 200 metros, me pareció ver las ramas moverse, así que me acerqué poco a poco.

¡No me lo podía creer! Volvían a estar allí, en el mismo árbol, con una diferencia de  minutos.
Esta vez, pude seguirlos durante, al menos, 30 minutos. Sencillamente INCREIBLE

Arbol con una abertura ideal para la nidificación de los Cálaos



Introduce tu email para seguir www.CronicasDeUnCamaleon.com:





5 comentarios:

  1. Qué bueno, desde luego lográs transmitir esa emoción perfectamente.
    Enhorabuena por la captura fotográfica, son aves exquisitas desde luego. Muy buen gusto Adriá, y a pesar del nerviosismo buenas fotos jeje.
    Saludos from Spain !!
    StuartL.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Francisco!!!

      Gracias por tu comentario, me alegra que te haya gustado.
      Saludos

      Eliminar
  2. Impressionants Adrià!! Resulta sobrecollidor el rebre experiècies sobre aus poc conegudes.

    Un abraçada!

    ResponderEliminar

Deja tu comentario